Toma de decisiones inteligente
Todas nuestras decisiones conllevan algún costo. Si no aprendemos a elegir sabiamente, terminaremos sacrificando nuestro tiempo y dinero en cosas insignificantes.
"Las personas inteligentes toman decisiones basadas en el análisis de costos"Charlie Munger
Costo de tomar decisiones
El costo de tomar una decisión es todo lo que no ganaremos al invertir nuestros recursos (tiempo, dinero) en hacer algo en lugar de elegir la mejor de las alternativas posibles.
Por ejemplo, cuando decido gastar 100 euros en una cena en un restaurante, el costo de esa decisión será todo lo que podría haber hecho mejor con ese dinero: invertir en la bolsa, comprar un libro o donar a una causa benéfica. Sendhil Mullainathan, autor del libro "Scarcity", define los costos de estas otras posibilidades como opciones que no figuran en nuestro sistema mental cuando nos confrontamos con un problema y que por lo tanto permanecen ocultas para nosotros.
Los costos de tomar decisiones solo aparecen cuando hay un déficit de recursos.
El tiempo, el dinero o la energía son recursos limitados y siempre que los usamos para un objetivo determinado, disminuimos su disponibilidad para otros propósitos.
Por eso es importante evaluar los recursos disponibles: gastar 100 euros en una cena no tendrá el mismo costo para alguien que gana mucho y para una persona que apenas llega a fin de mes. Dedicar unas horas a limpiar un apartamento no tendrá el mismo costo para una persona jubilada que para una madre trabajadora con dos hijos.
El papel de la intuición
Al tomar decisiones, a menudo analizamos sus costos de manera intuitiva, aunque según algunos estudios no valoramos su papel. Un análisis detallado de todas las opciones y sus costos requiere un esfuerzo mental y un gasto energético, por lo que normalmente "tomamos atajos" y confiamos en lo que nuestra intuición nos sugiere. La mayoría de estas intuiciones se basan en lo que nos es más accesible, en información que tiene el acceso más fácil a nuestra conciencia, lo que no significa que las otras opciones no existan y no sean realistas.
Por ejemplo, para una persona con poco conocimiento sobre nutrición, comer comida rápida todos los días no presenta costos (de salud), lo que no significa que con el tiempo no aparezcan.
Por lo tanto, especialmente al tomar decisiones que son significativas para nosotros, debemos abordar esto de manera consciente y considerar en detalle aquellas posibilidades que no aparecen de inmediato en nuestro campo de visión.
Cómo calcular los costos de tomar decisiones
Una de las maneras de estimar el costo de tomar una decisión específica es la siguiente ecuación:
Costo de tomar una decisión = resultado de la mejor opción posible - resultado de la opción elegida
Cómo funciona esto en la práctica lo podemos comprobar usando el ejemplo de invertir dinero.
Supongamos que mantenemos nuestros ahorros en una cuenta de ahorros con un interés del 1% anual. ¿Cuál es el costo de esta decisión? Primero, vale la pena considerar otras alternativas para invertir ese dinero: invertir en la bolsa, comprar bienes raíces o criptomonedas. El costo será, por lo tanto, la diferencia entre los ingresos de la inversión más rentable menos los ingresos de la cuenta de ahorros. Es decir, si la inversión en valores generaría un 8% anual, el costo de no invertir será del 7% (8% - 1%) de nuestros ahorros. Si nuestros ahorros ascienden a 10,000 euros, esto sería 700 euros anuales.
La realidad es más compleja
En realidad, no es tan simple, porque descartamos el riesgo relacionado con la inversión. En caso de crisis, los precios en la bolsa pueden caer o podemos necesitar urgentemente nuestros ahorros. Esta es una de las razones por las que la evaluación de costos no es un asunto trivial.
Cuando consideramos el tiempo, en lugar del dinero, se vuelve aún más complicado. ¿Cuál es el costo de pasar una hora al día navegando por publicaciones en Instagram? Las respuestas pueden variar: una hora al día podría dedicarse a leer, formarse (lo que puede traducirse en mayores ingresos y mejor calidad de vida), trabajar (mayores ingresos), pasar tiempo con la familia (mejores relaciones) o hacer ejercicio (mejor salud).
Por lo tanto, en realidad, la estimación de costos puede resultar bastante ambigua y, en algunos casos, improductiva, lo que no significa en absoluto que el concepto sea inútil.
Solo al ser conscientes de que existen costos ocultos de nuestras decisiones, podemos tomarlas de manera más acertada.
Costos ocultos de las decisiones
Imagina que decides mudarte al extranjero y debes tomar una decisión sobre qué hacer con tu apartamento. Tu objetivo es tomar la decisión más rentable posible. Consideras tres opciones: vender el apartamento, alquilarlo a largo plazo o ponerlo en un servicio como Airbnb. Decides optar por el alquiler a largo plazo porque has calculado que, a lo largo de 20 años, esta opción te generará más ganancias. Si vendiendo el apartamento obtienes 600,000 euros, y alquilándolo 650,000 euros el cálculo parece sencillo.
¿Es realmente así? No, porque no has considerado todas las posibilidades disponibles, como convertir el apartamento en una oficina y alquilarlo. Es muy probable que el costo real de tomar la decisión sea mayor de lo que piensas. Por eso es tan importante considerar la mayor cantidad de opciones posibles.
A medida que empieces a pensar de esta manera, comenzarás a ver los costos de las decisiones en diversas situaciones de la vida: por ejemplo, un gobierno que invierte en un área de la economía reduce las subvenciones en otros sectores; una persona que pasa toda la noche viendo Netflix limita su tiempo disponible para la formación profesional; o una empresa que invierte en software reduce gastos en empleados o publicidad.
El hábito de pensar en términos de costos
Ver nuestras elecciones en términos de costos incurridos en otras áreas puede convertirse en un hábito. Cuando reflexionamos sobre qué cosas son más importantes para nosotros, podemos observar si les estamos dedicando la atención y el tiempo que merecen. Pensemos en el tiempo que pasamos en la navegación sin sentido en redes sociales, televisión, etc., y consideremos si podría utilizarse en actividades que aporten algo valioso a nuestras vidas. Reflexionemos sobre las rutinas y actividades repetitivas y si podrían automatizarse o delegarse, para poder invertir tiempo en lo que es nuestra prioridad.
Cuando te enfrentes a una decisión, no te limites a una o dos opciones; comienza a explorar otras posibilidades o busca la ayuda de personas que puedan ofrecerte otras soluciones.
Sobre todo, comienza a tratar tu tiempo y energía como recursos limitados, y empezarás a tomar decisiones de manera más consciente e inteligente.